domingo, 11 de diciembre de 2016

1er Encuentro invernal de aguas abiertas en Asturias

Año 2014, la TCN (Travesia a Catalunya Nedant) aún era un proyecto cuando empecé a indagar por Facebook la existencia de algun colectivo de aguas abiertas de otra comunidad autónoma tenia la idea de hacer algo similar. De rebote llegué a un grupo de Asturias dónde tenia que ser amigo de uno de los administradores para poder entrar, así es como enlacé con Manuel Palanco y la cosa quedó ahí.


Bastante tiempo después y a través de la red social por excelencia, descubres que aquel grupo de Asturias sale a nadar al mar todo el año casi igual que nosotros. Es cuando aflora la idea de hacer una escapada discreta a la patria querida con la excusa de compartir la afición que nos une. Como suele pasar muchas veces, la cosa se fue de las manos y la "discreción" terminó personando a 30 nadadores/as de aguas abiertas de casi todo el territorio (vascos, gallegos, asturianos, cántabros, vallisoletanos, madrileños, maños y catalanes) en el 1er Encuentro Invernal de Aguas Abiertas:

Ilustración de la primera edición por Abel Mayor

Al ser en Asturias y en estas fechas del año nos esperábamos unas condiciones duras e incluso imposibles para nadar, pero sorprendentemente de invernal sólo teníamos la fecha, el nombre del encuentro y la temperatura del agua a 14ºC. Todo lo demás fue radicalmente contrario y atípico, teníamos sol, muy poco viento y un mar rizado que sólo mostraba su vigorosidad en la rompiente. Verdaderamente tuvimos una climatología de lujo para disfrutar del cantábrico dando brazadas.

Tras la llegada al punto de encuentro, por fin pudimos poner cara a todos los amigos de las aguas abiertas que se habían animado a vivir esta aventura. No faltó en ninguna conversación el tema del tiempo tan bueno que estaba haciendo.


Punto de encuentro en Cuevas del Mar
Nos cambiamos y fuimos en coches a la playa de Guadamía dónde descargamos kayaks y en el mar nos esperaba el resto de logística de la travesía (una barca y varias motos de agua). La marea había bajado y tocó andar un buen trecho hasta llegar a la orilla dónde las olas rompían con bastante fuerza para lo calmado que estaba el mar.

Playa de Guadamía - Bufones de Pria
No pudo faltar la foto de grupo para dar fe del gran encuentro que seguro marcará un antes y después en nuestros calendarios. Esta quedada se debe repetir!

Todo el grupo en playa Guadamía
Todo el mundo entró al agua y empezó a nadar excepto el grupo de catalanes que esperamos a que todos nuestros kayaks estuviesen en el agua. La forma de la playa que era bastante plana hacía que las olas se levanasen y rompiesen con fuerza desde lejos. Esto complicó bastante la entrada de los kayaks y tuvimos que hacer un par de "rescates". Cuando lograron pasar la rompiente y estaban en una zona segura sin oleaje, ya habían pasado más de 30 minutos y allí quedábamos "los de siempre" por empezar a nadar.

Pasando la rompiente de Guadamía
He de decir que me encanta nadar con mi grupo, pero me habría hecho gracia compartir brazadas con más gente. Seguro que de esta anécdota aprendemos y lo montamos mejor en la próxima. Aun así estoy contento de que la dificultad del acceso no dejó en tierra a ningún kayak y también pudieron disfrutar de la travesía.

Empecé a nadar mano a mano con Olga, dejando a nuestra derecha los famosos Bufones de Pria, unos acantilados de roca caliza repletos de grietas y chimeneas abiertas dónde las olas del mar empujan el agua con gran fuerza y se forman surtidores en el exterior como si fuesen géisers.

Bufones de Pria
Nos avisaron que a en el primer kilómetro había una gran cueva accesible a nado, justo antes de la punta de Guadamía. Aunque íbamos con cierto retraso, valió la pena entrar y perder esos 5 minutos. El sol entraba de frente y sumado a la limpieza del agua, se veía el fondo marino con una gran nitidez. El lugar era espectacular, esplendoroso... Una gran columna de roca dividía la entrada en dos por dónde se accedía a una gran cavidad descubierta y sin salida. En un día con mala mar seria impensable entrar, pero hoy tocaba disfrutar, hoy era EL DÍA!!

Cueva de Guadamía
Al salir de la cueva continuamos por la derecha siguiendo los sinuosos acantilados. Debido a su forma iban ocultando y mostrando el sol a nuestro avance en línea recta. Se notaba una barbaridad la calidez del sol, era muy agradable sentirlo, pero en contra nos cegaba y nos permitía ver con total claridad la belleza de los abruptos acantilados, que se hundían en la profundidad del mar hasta un lecho de arena.

El agua estaba increíblemente limpia, clara y transparente. Me atrevo a decir que hasta tenía buen sabor. No tenía nada que ver con la cloaca del mediterráneo. La visibilidad era enorme, podíamos sentir la corriente en contra de la primera parte al ver lo lentas que se desplazaban las dunas de arena del fondo. También se veía algún que otro pez, pero la mayoría pezqueñines. El mar estaba vivo, pero hoy tenia la sensación de que se mostraba discreto, reservando su bravura para otro momento.

Durante la travesía no faltaron paradas para ir reagrupándonos y observar esos acantilados y ese mar que nos hacía sentir diminutos. Preguntamos a un motero de agua para ver cuánto nos quedaba y creo que no nos entendimos, teníamos relativamente cerca el Islote de cuevas y dijo que quedaba más de la mitad.

Nadar allí estaba siendo un verdadero espectáculo, una gozada para los sentidos. La posibilidad de poder estar allí era todo un privilegio. Las vistas que teníamos eran preciosas. Si de algo me arrepiento es de haber olvidado la cámara acuática y no poderlo mostrar con imágenes, ya que me cuesta encontrar palabras para estos recuerdos majestuosos.

Al pasar el islote dejamos de sentir tanta corriente en contra y la sensación de avance era más grande. Ahora sólo faltaba encontrar la playa de la llegada, cuyo acceso parecía estar escondido entre acantilados.

Dejamos pasar la playa de la Canal y tras avanzar medio kilómetro ya divisamos a la derecha la entrada a la playa de cuevas del mar, un punto y aparte de esta aventura.

Recorrido de 5km
La salida de la playa era exactamente igual que la entrada, el banco de arena levantaba grandes olas en una larga rompiente. Salimos prácticamente surfeando las olas que con fuerza te empujaban hacia fuera.

Llegada en Cuevas del Mar
Al salir del agua te queda la satisfacción de haber disfrutado de cada brazada, de aprovechar el momento, de disfrutar de la vida... y porqué no decirlo? Aunque todo el esfuerzo y mérito ha sido de los amigos asturianos, internamente me queda la satisfacción de haber sido uno de los propulsores de este encuentro que como ya dije en el principio se escapó un poco de las manos, pero para bien.

Felicidad tras el nado
La travesía no había acabado todavía, tras el chocolate caliente en la playa que nos hizo entrar en calor, por delante teníamos la parte más social. Una comida tipo espicha en una Sidrería dónde compartimos impresiones, aperitivos y bebida todos los participantes y colaboradores. Un encuentro así no podía terminar de otra manera.

Clausura en la Espicha
Y para acabar, agradecimientos a todos los colaboradores y organizadores asturianos que han hecho esto posible, pero en especial a Abel Mayor por toda su implicación todo y que no pudo nadar por lesión. Te deseo una pronta recuperación y a la próxima quedada espero verte en el agua. Esta vez disfrutamos del mar por ti, pero la próxima vez lo disfrutaremos todos juntos. 

Un fuerte abrazo a todos. Hasta la próxima!!!

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