Abril del 2019, no sé como que termino apuntado a una regata de altura para ir de Port Ginesta a Ibiza. El velero era de alquiler y el fin de semana anterior teníamos que trasladarlo de Palamós a Castelldefels. Allí estaba yo, con la esperanza de sumar millas y aprender (aunque no imaginaba tanto ni de qué manera me iba a sorprender esta singladura.
La navegación no solo es un viaje por el mar, sino también un constante aprendizaje. Cada milla recorrida nos enfrenta a momentos de placer y desafío, desde risas bajo el sol hasta noches de tensión e insomnio.
La travesía comenzó en un día nublado y calmado. Mientras estuvimos fondeados, no me apetecía bañarme (algo raro en mi que superstición a parte, intento evitar siempre que puedo). Las previsiones meteorológicas eran favorables, y toda la tripu con muchas ganas de navegar. Se puso rumbo directo y tachán, el viento era faborable para desplegar el Gennaker, dejando que el viento nos empujara suavemente hacia nuestro destino.
Para el que no sepa, el Gennaker es una vela de proa con forma de "globo", tiene mayor superficie que un Génova (el clásico triangulo) y... hay de varios tipos dependiendo de la intensidad de viento y rango de rumbo, bla bla bla... Si quieres saber mas, el libro "Teoría y práctica de las velas" es para ti.
Todo iba bien hasta que intentar forzar el rumbo (apopado) con el piloto automático, un amago de trasluchada de la vela y un largado de escota (3 mini cagadas) hicieron que el Gennaker se trasluchase formando lo que se llama náuticamente "un caramelo". Nervios del patrón, blasfemadas e intentos de desenredo que lo único que consiguieron fue: liarla aún mas.
Visto que a vela parecia ya imposible deshacerlo, se intentó encender el motor, el cual al dar marcha alante, automáticamente se calaba. 2 intentos, 3 intentos y... (sí, cuarta cagada). Una de las escotas decidió abrazar a la hélice sin que nadie la viera. Era necesario saltar al agua y no sé porqué pero todas las miradas estaban en mi, sí eso que hoy no me apetecía bañarme.
Sin neopreno, el agua a menos de 18 grados, con el velero avanzando sin gobierno a casi 2kt, valoré la distancia a costa por si salía mal y tenía que volver nadando, y salté al agua con un cuchillo para desenredar y cortar la escota amorosa. Todo un éxito, aplausos, abrazos y hasta un té caliente me esperaba tras mi proeza victoriosa.
La travesía continuó con un par de amagos para seguir liando la vela que cada vez estaba mas enredada, hasta que una triplante dijo: ¿Es normal que aquí dentro haya agua? Pues la verdad que NO JODEERR!!! nos estamos hundiendo!!!!! El tirón del cabo que no dejaba arrancar el motor, provocó una vía de agua en el arbotante, sumando un problema más a la ecuación.(5)
Con la vía de agua controlada a duras penas gracias a la bomba de achique y una cadena humana sacando baldes por la borda, decidimos desviar nuestro rumbo hacia el puerto de Blanes, el más cercano. Allí, los marineros, atentos a nuestra emergencia, nos recibieron con las bombas de achique de la gasolinera listas para ayudarnos. Fue un alivio indescriptible ver cómo el agua dejaba de acumularse mientras evaluábamos los daños.
Esa misma tarde y tras deshacer el enredo del Gennaker (aún tengo agujetas), el velero terminó suspendido en la grúa del puerto, donde quedó a la espera de los técnicos que vendrían a repararlo, y no... ese barco no compitió en la Ruta de la Sal, y el otro que nos prestaron para competirla, tampoco...
Lecciones:
Después de esto volví a navegar? SÍ!!!. Porque cada desafío que superas te hace ser mejor marinero y a la vez refuerza el romanticismo de navegar solamente con la fuerza del viento.
- Cuando se vuela el Gennaker, ir en rumbo adecuado y no forzar.
- Si hay tripulación de sobras, siempre uno en caña y otro en escota.
- Antes de encender motor, comprobar siempre cabos al agua.
- Si algo no sale como se espera, parar y re-analizar porqué.
- Mantener la calma es importante, transmitirlo es fundamental.
- En caso de vía de agua se puede desaguar por el fregadero mas fácilmente, sin necesidad de hacer cadena para sacar los baldes por la borda.
Aquel viaje me dejó más lecciones que millas navegadas. Aprendí que incluso un pequeño error puede desencadenar una serie de problemas, el famoso CTC (cagada tras cagada, o concatenación de problemas cada vez mayores). Siempre hay que estar preparados para lo inesperado, evitar cualquier problema por encima de todo y reducir los riesgos y exposiciones a mínimos.
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