sábado, 6 de octubre de 2018

Viaje a Marruecos: La vida en el refugio (día 3)

La aventura en el alto Atlas continua con esta publicación dónde explicaré cómo era la vida allí arriba sin TV, internet ni cerveza y cómo fue nuestro tercer día allí, dedicado principalmente a aclimatarnos a la altitud antes de atacar Toubkal al día siguiente.

Tal vez por el aislamiento que supone no tener datos ni Wi-Fi (todo un acierto prescindir de ello a pesar de la guerra que dio intentar activar una tarjeta moruna) el tiempo allí transcurre diferente. Todo parece ir a otro ritmo, más lento, con esa sensación de conectar con el presente. 

Se escucha el silencio, se siente la calma, observas al cielo y te sientes insignificantemente diminuto al ver las colosales montañas y el manto de estrellas que nos arropaba cada noche. El entorno y lugar se prestaba para hacer un retiro espiritual y cargarse de energía. Basta ir allí para sentir y entender porqué ese es un planazo de fin de semana para muchos habitantes de la zona, sin necesidad de llegar al Toubkal, como bien dice Alex: -No todo es subir montañas, el hecho de estar ahí ya mola. y qué razón tiene! 

Al·lex y la piedra filosofal
Y qué puedes hacer allí? en nuestro caso era pleno Agosto, lo que no quiere decir que allí hiciese precisamente calor, de hecho a partir de las 6 de la tarde se marchaba el sol y empezaba a hacer rasca hasta que volvía a aparecer entre montañas al día siguiente. Incluso pequé de llevar poca ropa de abrigo y resfriarme. Dicho esto y teniendo en cuenta que soy un anfibio, a escasos metros del refugio baja un arrollo cristalino proveniente de deshielos y filtraciones de las lluvias. Ese agua sí que está fría de narices, pero no impidió darse buenos remojones hasta el punto de substituir la ducha del refugio por esto, mucho más salubre a mi parecer.

Una de las muchas pozas
Otra cosa que se podía hacer era caminar, no hay ningún sendero circular y sin desnivel en plan fácil, pero sí que hay algunas sendas que ladean y permiten ver al refugio en perspectiva para estar aún más tranquilo y en calma con el entorno.

Refugios Les Mouflons y CAF
Y en esos lugares resulta ideal sacar un buen libro y leer, en mi caso me llevé un libro de Eckhart Tolle, el Poder del Ahora, que me acompañó dentro de la mochila en todas las excursiones y siempre encontré algún momento para leer :)

Collado del Ras
Qué más hicimos o puedes hacer? Juegos de mesa entre nosotros para acabar a hostias entre sabotajes o algo que me sorprendió por su gran poder de cohesión, El Frisbee. Hubo días que llegamos a formar un corro enorme en la explanada de enfrente entre nosotros, otros montañeros, hijos y trabajadores del refugio... No hacía falta saber idiomas para interactuar entre todos y echarnos unas risas antes de ir a cenar, uno de los mejores recuerdos que me llevo:  Murad, un niño marroquí de unos 7 años vestido con su chilaba y sandalias reclamando el frisbee mientras corría entre las piedras como las cabras -Al·lex!!! Yallahh!!!!! Al·lex!!! 

Dejando el ocio y las emociones de lado, este tercer día era principalmente para aclimatarse a la altitud. En Barcelona a nivel del mar estamos acostumbrados a una tasa de 100% de Oxígeno en el aire que respiramos, pero según vamos ganando altura, esa tasa disminuye hasta el 69% a 3.000 de altitud y 60% a 4.000. Y sí, el oxígeno no lo ves pero lo echas en falta. Recuerdo las típicas ganas de ir a hacer un pis que aparecen a media noche, tener que bajar dos plantas del refugio hasta los WCs y al volver a la habitación tras sólo subir dos pisos con el corazón disparado y tener que respirar por la boca. No aclimatarse bien puede provocar mal de altura (mareos, náuseas, intenso dolor de cabeza, agotamiento...). 

Mal de altura un mito? No! posiblemente no le afecte a todo el mundo o no con los mismo síntomas, pero estando allí solo en el primer día vimos a dos personas muy perjudicadas, nuestro propio amigo Alex, montañeros que se habían quedado a las puertas de coronar el Toubkal teniendo que dar la vuelta, otros que bajaban como zoombies del reparto de The Walking... Dicho esto, creo que merece la pena como consejo para futuros expedicionarios, tomarse en serio este día de aclimatación. Como dije antes, no es para nada un día perdido, la mejora en bienestar que te aporta estar allí no tiene precio.

Mañana atacamos Toubkal!!! Yallah Yallah!!!!

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